miércoles, 4 de junio de 2014

Le vin en rose

El rosado, el vino que más quebraderos de cabeza da a los enólogos por su elaboración, así como a los que lo comercializan por las reticencias de los consumidores, parece que encuentra su sitio entre el público español.
El pasado jueves se celebró en Madrid “Solo Rosados”, el primer salón de vinos dedicado a los rosados. Un total de 28 bodegas de todo España mostraron más de 40 referencias a los, aproximadamente, 800 visitantes que acudieron a la cita.

Este evento pone de manifiesto el interés creciente por este tipo de vinos, olvidados y apartados, tal vez por la falta de calidad, tal vez por la falta de interés del público, en favor de tintos, así como blancos en los últimos años. “Es uno de los vinos que más trabajo nos da, para el precio y el consumo que tiene luego”, dicen desde una bodega; “No tengo vino rosado por copas, casi ni por botella, la gente no lo consume, al final tiras dinero”, confiesan algunos hosteleros.

El problema de la calidad parece estar cambiando, pues, como algunos entendidos adelantaban, en España los rosados ganarían prestigio y terreno cuando se hicieran "rosados de verdad", sin querer aparentar ser blancos ni mucho menos tintos, si bien es cierto que la calidad en muchos rosados estaba presente desde hacía tiempo. Pero que haya mejoras generalizadas, no implica que lleguen a oídos, y copas, del público. ¿Tal vez habría que empezar por comunicar las diferencias entre un rosado y un clarete? O, mucho más fácil, aprovechar la temporada estival debería ser suficiente campaña para relanzar estos vinos que refrescan sin dificultad una calurosa tarde de verano, por ejemplo.

En este encuentro se reflejaban las mejoras del producto, el esmero en nuevas etiquetas así como la gran calidad alcanzada, aunque sigue habiendo rosados para todos los gustos y de todos los colores.
Una nutrida gama de tonos rosados se distribuía por las mesas de “Solo Rosados”. Colores nada arbitrarios, marcados según las tendencias del momento. Los magentas y frambuesas, compiten ahora de forma más marcada con la moda de los vinos de la Provenza, de tonos pálidos y oxidados, donde las alabanzas van dirigidas a los rosa palo y los piel de cebolla. Pero las diferencias en estos vinos no sólo las marca el color.
Aún se pueden catar desde el rosado con cuerpo de tinto, hasta aquel que en copa negra pasaría por blanco. Cualidades que, en ocasiones, son defendidas y justificadas por la bodega. Pero, afortunadamente, la mayoría se sitúan dentro de los parámetros de un vino con intensos aromas a frutos rojos, que, con mayor o menor intensidad de color, gracias a la suavidad en boca y su dulzor, se convierten en una auténtica golosina.
Al conversar con los representantes de las bodegas de estos últimos vinos, casi todos presumían de elaborar sus etiquetas mediante el sistema de sangrado, a baja temperatura,…
Uno de esos casos, tanto en característica como en elaboración, era la bodega La Legua (de la D.O. Cigales), quienes presentaban su nuevo Rosado de una noche, cuyo nombre deriva del momento de elaboración.
También presumían desde Bodega Pirineos (D.O. Somontano), con tres rosados para cubrir diferentes perfiles de consumidor, o diferentes ocasiones, donde tomaba protagonismo por su éxito el vino de aguja Alquézar Rosado, un vino refrescante y fácil, pensado para aquellos que quieren introducirse en el mundo del vino. Aunque éste más enfocado a la exportación, cuyo tapón de rosca daba clara muestra de ello. En este aspecto coincidía bodegas Artazu (de la D.O. Navarra y con un rosado 100% garnacha, de intenso color frambuesa). Ambas afirmaban la dificultad para introducir este tipo de cierre en España, el cual es obligado para poder exportar a ciertos países. “Aquí prefieren antes un tapón sintético. ¡Si es muchísimo más cómodo de rosca!”, “Es un vino para consumir en el año, con un cierre de rosca es suficiente”, comentaban. Si ya es difícil la comercialización del rosado, no lo será menos con rosca, pero tiempo al tiempo.

Entre otras novedades estaba Excellence Rosé 2013 de Marqués de Cáceres (D.O. Ca. Rioja), para el sector de la hostelería, en el que la estrategia comercial había pensado precisamente en ese momento de terraza en pleno verano, con una botella llamativa de color rosa claro y un tono rosa pálido, muy en la moda de ciertos tonos provenzales. Entre otros tonos de la misma línea, estaba los colores piel cebolla o salmón claro, respectivamente del Azpilicueta Rosado o el rosado de bodega Ercavio. Pero sin duda, dentro de esta tendencia, destacaba la palidez del rosado de Ramón Bilbao, con uno de los tonos más sutiles de rosado del encuentro.

En otro orden de cosas, también se podían catar varios espumosos, como De Nit 2011 Conca del Riu Anoia de Raventós i Blanc, muy goloso; o, de la misma bodega, Searching Bellersa, una prueba pendiente aún de embotellar, entre otras referencias de marcas más que conocidas.

Faltaron algunas bodegas con grandes vinos rosados, pero no cabe duda de la importante representación que supone el salón “Solo Rosados” y el impulso que puede generar en su consumo. La calidad, la publicidad, la apuesta por parte de la hostelería, el calor, o la suma de todos los anteriores puede ayudar a potenciar el cosumo de los vinos rosados. Las bodegas, al menos, ya están poniendo todo de su parte y el verano está casi encima. Habrá que seguir sumando factores.


Artículo publicado en El Correo del Vino.

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